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El periodista

El día del periodista

"El enemigo no son los gigantes, es la seguridad"- (Capitán Levi, Shingeki no kyojin)

Publicado: 2015-10-02

No soy periodista, no quiero serlo y quizá nunca logre siquiera parecerme a su forma estricta. A pesar de esto lo que me tranquiliza en momentos actuales es poder ejercer esa función tan extraña de inmortalizar sucesos para la infinita posterioridad, al menos una mutación parecida. Me encuentro convencido de que tal rol no es monopolizable en una sola profesión, por más que la “madre universidad” haya tratado de anexarlo entre sus filas ya descuidadas.  

El periodista surge como una suerte de juglar en la sociedad moderna, ensuciado de un aura vil propio de un sujeto que sabe mucho más de lo que quisiera saber y al mismo tiempo se haya ignorante. En ocasiones entra a escena como un héroe anónimo para defender su propia existencia, pues esa libertad de contar lo que sucede en el momento menos conveniente incomoda a ciertos caudillos autoritarios. A esta egoísta función es a la que pretendo rendir homenaje.

La sociedad actual, democrática por visión más que por misión, para sobrevivir necesita de la convivencia armónica entre sus miembros, seres tolerantes con el otro y amantes de la seguridad mutua en pro de objetivos comunes a mediano y largo plazo. Es en este sentido que males como la hipocresía, la mentira, compañerismo (que raya el límite de permitido, llamándolo tráfico de influencias) y el engaño aparecen como más que fundamentales para preservar la especie como consecuencia de la multiplicidad de formas de ver el mundo, en muchos de los casos tan contrarias entre sí que el absurdo se convierte en el representante más humano que podríamos conocer. Por más que aborrezcamos dichos “males” nadie involucrado políticamente, en el sentido amplio de ejercer poder, en algún aspecto de la sociedad puede desatender (y desentenderse) de la función que cumplen, sobre todo cuando la estabilidad de una nación y el cumplimiento de sus finalidades más básicas se encuentran en peligro.

Es en éste panorama de pequeño edén, cuando todo pretende marchar bien y la mayoría se enceguece por los objetivos a largo plazo tan prometedores dispuestos a sacrificar derechos “egoístas” (y por lo tanto, individuales), que el personaje entra: el agua-fiestas. Con la predisposición de soplarse la felicidad ajena, y contar su versión de la verdad que más se acerca a la realidad, solo por el simple hecho de poder hacerlo. Sin razón u objetivo a largo plazo que medie, hallándose poseído por la empresa siempre fútil y menos recompensada de querer vivir en la realidad; estorba con ahínco y perseverancia hasta poder alcanzar la libertad de contar lo que se le plazca, convirtiéndose en presa de su crónica y propagando verdad a quien nunca se lo pidió.

Cuando se percate de la improductividad de su profesión para la sociedad de su época, siempre será demasiado tarde; las futuras generaciones ya estarán encandecidas por las consecuencias que destina a la historia de la especie humana. El ciclo se repetirá.


Escrito por

Conductéfilo

Amante de la buena y mala conducta.


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