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Envidia y Copyright

Publicado: 2016-10-20

Un debate improductivo y ocioso. Es la única forma en que puedo describir una de las polémicas que me ha atraído tanto en los últimos años. Aunque ahora no esté muy de acuerdo en que sea improductivo. No se preocupen, no comenzaré a detallar los beneficios que éste ejercicio pueda producir a la salud, ni mucho menos plantearé mi posición al respecto. Siendo sincero, lo primero solo puede interesar a sexagenarias y lo segundo, a nadie. 

He descubierto, luego de maratónicas lecturas y soliloquios, que además de los diseñadores de anuncios contra piratería del FBI los que más han producido material a favor del copyright pueden clasificarse entre los abogados, leguyeros, es decir toda la maquinaria burocrática y el jefe de ellos que suele ser un veterano artista con al menos un par de éxitos; no olvidar a las asociaciones representadas convenientemente también por un veterano artista con al menos un par de éxitos. Esto último para no generar sospechas al momento de realizar discursos encandiladores a las jóvenes promesas y así sembrarles la esperanza de un futuro mantenido por las tan ansiadas regalías que se les ofrece como figura mítica o karma. La vena artística en el líder es imprescindible para mantener la magnitud moral y, sin lugar a dudas, mesiánica; vena que la mayor parte de veces se evapora al aparecer las canas o en el mejor de los casos se convierte en una especie de “nostalgia nacionalista”.

Pero mi interés no radica en las personas mencionadas anteriormente, en los cuales el arte de crear está tan alejado de sus vidas como Bolivia del mar. Mi curiosidad radica en el verdadero artista que por cuestiones del destino se encuentra enmarañado en la defensa del copyright. Sospecho que, además de aquél que verdaderamente está obligado por cuestiones terrenales a defenderlo ya que el otro camino es la calle, están las personas que creen fielmente en la generación espontánea de las ideas novedosas y brillantes. Por supuesto, aunque la mayor parte de ellos sobreestiman sus propias cualidades o simplemente han revisado tan poco material artístico relacionado a lo que hacen que califican su propia producción como pionera, una ignorancia que podría limitar fácilmente con la charlatanería (aunque como se diría, ignorancia no es igual que inocencia); también tenemos que analizar al menos, como probable la existencia de un mínimo grupo capaz de sacudirse de ser agrupados en las anteriores categorías. Personas que defienden el copyright no por conveniencia sino por convicción, una solo ganada por la seguridad de no haber encontrado material previo de determinados artistas; una suscrita no en la experiencia subjetiva sino en los hechos organizados a través de la combinación de investigación deliberada y sensibilidad artística. Pues así como los historiadores no están haciendo historia, los artistas no están necesariamente haciendo arte sino apreciándola.

Estas personas cuyas existencias (o existencia) pueden quedarse en un simple capricho lógico, merecen mi profundo respeto y sobretodo envidia. La capacidad de una vez revisado incansablemente gran parte de la producción artística de un campo particular de preferencia, experimentar de pronto el tener algo nuevo al frente, o en el mejor de los casos, la esperanza de que lo sea.

Mientras no conozca a dichas personas por otro medio que no sea una aburrida argumentación como la anterior, defender el copyright no es una opción.

Copyright inglés


Escrito por

Conductéfilo

Amante de la buena y mala conducta.


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