#ElPerúQueQueremos

Definición gráfica

V doble

Publicado: 2017-09-29


“Eres una mala persona, todos los que han visitado esta casa lo saben. Yo lo sé, tú lo sabes, ellos lo saben, todos lo saben. ¿Resumir el atractivo de una persona por su capacidad de hacer lo correcto inmediatamente o el hacer lo incorrecto por objetivos correctos a largo plazo? ¿Acaso ese no es el problema central de las relaciones? No te preocupes mi receptor de miradas silentes, aquí estaré hasta que me muera”. Se lo prometí sin más, al fin de cuentas hasta lo que sabía la vida es algo gratuito, algo que viene de la nada y a la nada se va. Un pedacito de algo gratuito sigue siendo algo gratuito, así que para qué conformaste con una porción, que se lo lleve todo. Se lo decía cada vez que venía a mí a observarme con sutil culpa por su existir. No le daba un abrazo con lengüetazo como suelen hacer las demás personas de mi generación. Una generación pérdida convencida que con una muestra de afecto carnal pueden salvar el alma de alguien. Yo no quería salvar nada de él. No había nada que salvar, ya todo rastro de dignidad que aún poseía estaba hipotecado. Solo era cuestión de tiempo. Lo único que podría ofrecerle era la verdad y para beneficio suyo la única que poseía era una enmutecida. Aunque a veces sospechaba que no era del todo así, que lograba arreglar la antena y captar al menos una franja de colores. En esos momentos daba más énfasis a la única parte de la verdad que podría hacer la diferencia.

“Te daré mi vida pues. Si pudiera hacer algo con ella no necesariamente te la daría, pero como nadie me la cambia por algo, te la doy. Por el cubo mágico dicen que solo tengo una, yo no lo creo. ¿Cómo alguien podría vivir tranquilo sabiendo que solo te dan una? De ser así, pues todos quisieran cambiármela por algo valioso. Sospecho que quizá tenga tres. Como en las regidas o como dicen en Pekín, ‘fumanchu’”. De pronto sus ojos se enrojecían más.

Pues al menos sabía que era un mal tipo. Cuánta persona haciendo maldades creyendo que hacen el bien. Eso debe convertirlo en algo un poco menos malo, pensaba. Ya no sé nada. Todo se complica restando, sumando actos, dejémoslo en que eres mala persona. Igual te acompañaré, no discrimino a nadie; si lo hiciera me discriminarían a mí. Mejor no.

Solo le daba mi cabeza de vez en cuando. Sí, dije nada de abrazos heterosexualmente forzados. Al menos que yo provoque. Algunos días venía a abusar de su gran tamaño e intentar alzarme por los aires. Unos minutos le duraba el chiste, era la señal para luego solo correr y correr. Era nuestro kilómetro cuadrado de isla, “a gozarlo” pensaba. No necesitaba un caño abierto de afecto, pero de vez en cuando no estaban mal unas gotitas. Igual eso no cambiaba nada. Seguía siendo un mal tipo, haciendo cosas de mal tipo. Lo veía a sus espaldas y le quería gritar: “ya deja de ser mal tipo”. Pero con todo lo que había hecho ya era imposible. La línea se cruza solo una vez. Yo lo sabía, él lo sabía, ellos lo sabían. Igual las sumas y restas no eran lo mío. Tampoco eran lo suyo, me colocaba a la distancia mínima para observar sus cuentas. Siempre perdía el pobre. Desde las alturas blancas de dónde vine hasta el nublado cielo. “Aquí está mi vida, aunque no sume nada”, le decía.

Ahora que ya se me va lo que tanto le ofrecía y que al final no sé si lo tomó o lo dejó. Cómo saberlo si era gratis, si lo que se toma y es gratis generalmente nadie presta atención. Quizá lo tomó y no me di cuenta. Quizá lo dejó y no me di cuenta. No importa nada. Todos están aquí reunidos alrededor mío. No te preocupes, todavía están mis ojos en silencio diciéndote: “Yo solo fui el perro de una mala persona. La mejor mala persona que pude conocer”.

Ahora un poco de Ribeyro a quien ya no está. A quien ya se fue.

Prosa Apátrida 39

“Cada amigo es dueño de una gaveta escondida de nuestro ser, de la cual solo él tiene la llave e, ido el amigo, la gaveta queda para siempre cerrada. Alejarse de los amigos es así clausurar parte de nuestro ser. Yo habría sido diferente si hubiera continuado frecuentando a ciertos amigos de mi juventud. Pero las circunstancias nos separaron y continuamos viajando cada cual por su lado y por ello mismo mutilados. De ahí que a cierta edad sea difícil hacer nuevos amigos. Todas las facetas que ofrecía nuestra personalidad han sido ya copadas, ocupadas, selladas por las viejas alianzas. No hay superficie libre donde la nueva amistad pueda asirse. Salvo que el nuevo amigo se parezca extremadamente al anterior y se valga de esta semejanza para penetrar por efracción al recinto secreto de la primera amistad. Pero por más afecto que nazca siempre será el imitador, el falsario, el que no accederá jamás a la cámara más preciada. Cámara irrisoria, seguramente, que no guarda a los mejor más que un montículo de pedregullo, pero que los ojos del amigo, del primero, convertían en lo que él quería ver: lo irremplazable”.


Escrito por

Conductéfilo

Amante de la buena y mala conducta.


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